miércoles, 8 de julio de 2015

De mi jardín solo queda ceniza: los incendios forestales sí te afectan

Aunque no te haya tocado respirar el humo y barrer las cenizas que llovieron por más de una semana sobre Buenos Aires, todos los habitantes de Medellín perdimos miles de metros cuadrados de un bosque verde, húmedo, lleno de animales y de aire limpio.

Reportaje original para MDE Ciudad Inteligente.
Fotografías: David Castaño.


RECORRIMOS ESTA ZONA A PIE, buscando a la gente que vive cerca de este lugar (vecinos de Santa Elena, el Seminario, Caunces de Oriente, Quinta Linda, Bomboná, Cataluña, La Asomadera, Loreto y Las Palmas) y les preguntamos cómo les afectó este desastre ambiental.


Los que ya no están

Arnoldo Cardona vive en Palmas de Cataluña, en el límite entre la ciudad y el bosque. Fue técnico electricista, pero hoy se dedica a fabricar alimentos artesanales: pesto, vinos y otros licores. En un cuadrito de tierra tiene moringa, romero, albahaca, ruda, penca sábila y otras plantas aromáticas.


“Cataluña no fue la zona más afectada pero hasta acá llegó la ceniza y el humo, tuvimos dolor de garganta y nos tocó irnos varios días. La pérdida es incalculable: iguanas, sapos, serpientes, guacharacas y toda clase de pájaros, ya no están”.


“Puede que hayamos sido víctimas del clima, de un accidente, de criminales, pero el tema de fondo es que hay que mejorar nuestra planeación ambiental. Medellín es muy susceptible a la contaminación y si queremos una ciudad sana, necesitamos más bosques. También más profesionales que los cuiden, como ocurre por ejemplo en el Parque Arví”.


Cremas a mil

Rosalba Castaño vive cerca de “Las Torres” a mitad de camino hacia el Mirador de La Paloma, en Santa Elena. Está encargada de cuidar las grandes antenas de telecomunicaciones de Caracol, RCN y el Minuto de Dios. También le vende cremas de mora, coco, salpicón y maní a los caminantes que van hacia La Paloma.


“Como a las 5 de la mañana tocó levantarnos a apagar el fuego con manguera, para que no se nos metiera al terreno. Casi no podíamos respirar. Sentimos miedo y tristeza. Los bomberos venían todos los días y trabajaban mucho, pero se iban por la tarde, por que es peligroso trabajar de noche en la montaña”.



Pájaros muertos

A Luis Fernando Barrera le llegó el fuego a 2 metros de la casa. Trabaja como mayordomo de un predio en la zona afectada por el incendio. Vive con su mamá, su mujer y una hijita de menos de un año. También tiene un perro, un gato y una pequeña huerta.


“Por aquí el fuego estuvo prendido 15 días. Nos dió mucho miedo y tocó evacuar porque las llamas llegaron muy cerca. También se quemaron varias mangueras que nos traen agua desde el nacimiento. A mi me dolió porque quiero mucho a la naturaleza. Aquí cerca encontré 7 pajaritos chamuscados”.



Una historia sin foto

Claudia, una caminante que nos encontramos, vive muy cerca del bosque. Iba con su compañero cuesta arriba.

“El incendio lo sentimos. Nos tocó respirarnos todo el humo. No nos dió miedo, sino tristeza. Nosotros venimos aquí desde hace 20 años, cuando estábamos en la escuelita y buscábamos moras silvestres. Pero todo se acabó por las obras de construcción y el incendio. Este era nuestro bosque encantado, pero ya no es lo mismo”.


Una ola de fuego

Este año llevamos 656 incendios forestales en Medellín. En los dos últimos meses llegamos a 158 incendios y más de 40 mil metros cuadrados de vegetación convertidos en ceniza. Esta ola de incendios nos ha dañado el aire y la ropa, nos ha dado tos, nos ha obligado a irnos de la casa. Nos ha quitado espacios verdes, a nosotros y a miles de animales. Perder nuestros bosques es algo que no podemos permitir.

Por su parte, el Área Metropolitana declaró la emergencia ambiental y destinó 1020 millones de pesos para fortalecer la labor que realizan los cuerpos de bomberos del Valle de Aburrá, con equipos especiales de atención de incendios forestales.


Luis Guillermo Saldarriaga trabaja para el Jardín Botánico. El día que fuimos a caminar por la zona afectada por el incendio, Luis Guillermo y otros compañeros suyos estaban haciendo recorriendo el lote contiguo a Palmas de Cataluña para rescatar los árboles plantados por el Municipio. Había mucha basura de la gente que viene a disfrutar de la vista de la ciudad y la maleza había prosperado sobre los árboles jóvenes.


¡Qué vuelva la eterna primavera!

Los bordes de nuestra ciudad están viviendo tensiones: ambientales, por la sequía y las lluvias más pronunciadas. Sociales, por el aumento de la población y la necesidad de tierras para construir. Económicas, por la valorización de algunos predios y las grandes obras que están transformando nuestra ciudad.

Para construir entre todos una ciudad más sostenible, tenemos que reconocer la importancia que tienen los bosques para la conservación de nuestra fauna y flora, para retener la humedad durante las sequías, para respirar un aire más limpio. ¡Empieza por cuidar los árboles que tienes cerca a tu casa!


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