viernes, 27 de noviembre de 2015

5 ‘incomprendidos’ nos revelan sus identidades mutantes

En Medellín a mucha gente le hacen ‘bullying’ por ser o por no ser, digamos, reguetonero, nerd, vago o vegetariano… al final del día todas esas son etiquetas y no nos dejan conocernos mejor, hablar y explorar nuestras ‘identidades mutantes’.

Reportaje original para MDE Ciudad Inteligente.


CON FRECUENCIA LOS QUE SUFREN ‘BULLYING’ también le hacen ‘bullying’ a otros, en una cadena de miedos, arrogancia y pereza de salir de una zona de confort. ¿Si a ti te gusta el rock, quién quita que te la puedas llevar bien con un reguetonero?

Hay que respetar las diferencias, darse la oportunidad de conocer al otro, no censurarlo, ni imponerle nuestro estilo de vida. Por eso, te traemos a estos 5 paisas que nos revelan sus identidades mutantes y nos invitan a conocerlos mejor.


1. Cannábico


Felipe Torres le da biela a su bici, que lo lleva a casi todos lados. Le gusta sentarse en las gradas de una cancha al Norte del Valle de Aburrá y echar humo por la boca, mientras comparte y se ríe con sus amigos.

Está pendiente del jardín de su casa, que le da hortalizas y aromáticas. Desde hace 8 años cultiva Cannabis. También la fuma, pero además de eso, es papá, juega fútbol con su hijo y repara computadores.

Uno podría decir que Felipe es un ‘marihuanero’, pero esa palabra no le gusta mucho porque tiene connotaciones negativas.


¿Quién eres?

“A una persona que cultiva y consume Cannabis, prefiero decirle ‘cannábico’, que por lo general es alguien tolerante, que respeta la diversidad. La palabra ‘marihuanero’ es despectiva, se asocia con la delincuencia y eso hay que cambiarlo, porque uno puede ser estudiante, empresario, skater, músico, padre de familia, dueño de la tienda de la esquina…

Yo soy parte de la sociedad, no quiero ser señalado, quiero trabajar, además uno no es solo marihuana, es mucho más que eso”.


¿Con quién te mantienes?

“Yo vivo con mi hijo y mi pareja y me gusta compartir tiempo con ellos.

Con la Comunidad Cannábica Colombiana hacemos la Marcha Cannábica, pero también hacemos salidas a caminar, en bicicleta o a elevar cometa. A esas actividades van consumidores y no consumidores, la idea es integrarnos. También hacemos talleres sobre el cultivo de la marihuana.

Yo me autoabastezco, no le compro a nadie, porque me gusta ver la planta crecer, conocerla, investigarla como un científico. Hago aceites y otros productos medicinales muy sencillos, las viejitas que ya ni podían caminar, uno las ve bailando y agradeciendo por el milagro. Pero tampoco es que haya que recetarle cannabis a todo el mundo, porque también puede ser perjudicial”.


¿Has tenido conflictos con otros por ser cannábico?


“Cuando la gente se empieza a dar cuenta que uno consume, sí es difícil, pero hay que reconocerse y darse a conocer. Porque, ¿qué es la marihuana? Pues una planta como muchas otras, con la que se puede hacer industria, medicina o simplemente recreación.

Muchos de los que más me reprobaron al principio ahora son amigos míos. Tampoco es decir ‘de malas, yo veré, no se meta’. Al contrario, es tolerar, conocer, enseñar”.

Con la policía siempre hemos tenido problemas, pero gracias al activismo y a que conocemos nuestros derechos, estudiamos la La ley 30 de 1986 y no la infringimos. Los policías informados no nos atropellan, pero hay otros que sí nos atropellan y tratan mal a muchos usuarios de cannabis”.


¿Aceptas a los demás tal y como son?

“La idea es compartir, no excluir a nadie por lo que es. Yo no te pongo condiciones, que porque fumás o no, o porque tomás. La idea es decir ‘respetémonos y compartamos’, los cannábicos no luchamos por fumar marihuana, luchamos por un mundo mejor para todos y todas”.



2. Nerd

Melissa Mejía todavía está en bachillerato, ¡pero tiene metas muy altas! Hace parte del Robolution Loyola Team, un club juvenil de robótica que ya varias veces ha dejado muy en alto el nombre de nuestro país en el exterior.

Eso no es nada fácil, porque hay que invertirle tiempo, estudiar mecánica, electrónica y lenguajes de programación. Y sobretodo practicar mucho, idear, equivocarse, e intentar una y otra vez. Además, Melissa coordina el club, se encarga de las cartas y las llamadas, de ajustar los tiempos y animar a más jóvenes a emprender el camino del saber.

Para algunos, Melissa sería es una ‘nerd’, pero ella es mucho más que eso…


¿Quién eres?

“A mí me encanta el orden, seguir un cronograma, dedicarle a cada tarea el tiempo justo, con cronómetro casi. En el club de robótica soy muy estricta y animada, porque los ánimos se pegan, ¡pero la pereza se pega más!

Todos los días salgo de mi casa a las 5 y media de la mañana y estoy llegando casi a las 9 de la noche. Mi mamá sí me dice ‘ya casi no te veo, que ni me llamas…’ pero creo que todo esto se va a ver reflejado después”.


¿Con quién te mantienes?

“Hace un par de años me gustaba mucho salir a caminar, a cine, comer pizza… pero luego mi círculo se cerró bastante, ahora mis amigos son la familia del Robolution Loyola Team”.


¿Has tenido conflictos con otros por ser una ‘nerd’?

“Una niña si me decía ‘nerd’ y eso me molestó, pero después la ignoré.

Como yo soy la que coordina el club de robótica, a veces me estreso bastante y puedo estallar. Una vez mi mamá me pidió que tendiera la cama y yo estaba tan estresada que mi respuesta fue llorar como una niña chiquita.

Es que el equipo de robótica me demanda mucho tiempo y mi mamá me dice ‘usted se está matando allá… ¿y su familia qué?’ Pero ella también ha visto los frutos de tanto esfuerzo, las competencias que hemos ganado aquí y en otros países”.


¿Aceptas a los demás tal y como son?

“Tengo compañeros muy inteligentes, pero perezosos. Yo medio los jalo, pero si quieren perder el año, que lo pierdan. Las cosas hay que hacerlas, con o sin su ayuda.

Igual, muchas veces los más tesos no son los que les iba muy bien en el colegio, por ejemplo a Steve Jobs.

Pero también sé que a veces la gente trabaja mejor bajo presión y a los niños que quieren hacer parte del club de robótica les hablo un poquito fuerte, pero es para que no se relajen y den lo mejor de ellos”.


3. Reguetonero



Landa Freak’ es alto, fornido y de voz recia. Tiene la mirada seria, pero le gusta hacer bromas y reírse. Nació en Medellín, pero se crió en el Chocó, a orillas del Océano Pacífico. Le gusta cantar y moverse ante el público y por eso está de nuevo en Medellín, en un apartamento alquilado, trabajando muy duro en su carrera como cantante y productor de reguetón.

Pero la etiqueta “reguetonero” no cuadra del todo con lo que es es Landa. Primero, porque su música no se encasilla en este género y segundo, porque él también es emprendedor, deportista, papá, amigo…


¿Quién eres?

“Yo soy el ‘putas’ (risas)… un luchador, pero no soy ni más ni menos que nadie, soy alguien humilde, con ética y valores, también muy trabajador. Si hay que meterle 10 huevos a un asunto, ¡pues yo se los meto!”.


¿Con quién te mantienes?

“Mi productor Many 4 Track y yo somos ‘la raíz’, somos nuestros propios jefes, pero tenemos vínculos con muchos artistas, por ejemplo hemos trabajado con Piso 21, Alberto Stylee, Maluma y otros, también conocemos camarógrafos, gente que distribuye música y así…”


¿Has tenido conflictos con otros por ser reguetonero?
“Claro que hay conflictos, hay mucha competencia y envidias. ‘Que cómo hará Landa para hacer esto y lo otro, que Landa tan agrandado…’ pero yo les hago caso omiso, yo sé muy bien cómo lo he conseguido y todos tenemos que pasar por eso, trabajar duro, trasnochar, sacrificar otras cosas.

Además, no nos interesa competir con nadie, sino hacer música y divertirnos. Y en la casa tenemos la regla de los audífonos, si tú estás escuchando música, yo no pongo otra encima”.


¿Aceptas a otros tal y como son?

“Claro, mi próximo álbum se llama ‘Love & Respect’ (amor y respeto) y eso es: somos luchadores, pero sobretodo somos humildes. ¿De qué sirve un palacio y una mujer linda si estás enfermo, o si te fallan los músculos y los sentidos?

Por otro lado, no nos podemos cerrar y por eso contamos con el conocimiento y experiencia de personas muy distintas, cada una de las 7 canciones de mi nuevo álbum la grabamos en un estudio diferente, así hay un menú más amplio”.


4. Stunt


Juan Pablo Mosquera es un joven muy simpático. Trabaja con su máma en un café del corregimiento de Santa Elena y sueña con ser un profesional del ‘stunt’, que es un deporte en el que hay que maniobrar una moto “como si fuera parte de uno”.


¿Quién eres?

“Me gusta esto desde muy niño, a los 10 años empecé en mi bicicleta a hacer piques, angelitos y otras figuras.

Mi mamá me apoya, aunque me decía que ‘usted se va a salir matando’. Pero esto es una pasión que yo siento muy adentro, cuando me levanto le agradezco a Dios y pienso en mi moto y que me gustaría salir a calentarla e irme un rato a picarla. Es indescriptible”.


¿Con quién te mantienes?

“Ahora estoy trabajando con mi mamá y he mejorado mucho mi contacto con la gente, ya no me enredo al hablar ni me da pena, aprende uno a desenvolverse en público.

Con otros compañeros ‘stunt’ de Santa Elena nos estamos uniendo y trabajando juntos, por ejemplo está la página de Santa Elena Stunt Boys, donde publicamos fotos y videos.

Ojalá tuviéramos más apoyo, mejores espacios para practicar, patrocinio, para que nos den gasolina, aceite, bandas de frenos, lubricante, llantas y la protección, porque eso sí, ¡el casco es lo primero!”


¿Has tenido conflictos con otros por ser stunt?

“Sobretodo con los policías y los agentes de tránsito. Ni los verdes ni los azules nos comprenden, nos persiguen mucho, pero es porque ellos no pueden hacer lo mismo (risas). Nos piden los papeles, nos hacen la requisa, pero es como si fuéramos delincuentes y eso a uno le da mucha rabia, que lo traten a uno como un pillo o un ladrón”.

Pero en Santa Elena no hay muchos espacios adecuados para practicar este deporte y tampoco en Medellín”.


¿Aceptas a los demás tal y como son?

“Uno sí le dice a los amigos con moto: ¡piquela pues! Pero muchas veces les da miedo, entonces hay que dejarlos tranquilos. También hay que ser responsables, no causar accidentes. Esto sí tiene sus riesgos, pero todos los deportes lo tienen y hay que respetar”.


5. Vegetariana


Doré Zapata es trabajadora social y es vegetariana desde hace 8 años, ya no le hace falta la carne y no ve la diferencia entre una vaca y un gato, para ella todos son ellos animales que merecen respeto y compasión.
Tiene un hija de 11 años, Annie, que no es vegetariana, porque su papá y su abuela le dan carne y su mamá no la obliga a dejarla. “Si ella quiere ser vegetariana, que sea por decisión propia, no porque yo se lo impongo”, dice Doré.


¿Quién eres?

“Soy trabajadora social, vegetariana, activista. El vegetarianismo es muy bello, porque el cambio que uno quiere ver empieza desde uno, dejando de reproducir los modelos violentos y de explotación.

Esto me ha cambiado la vida, aprendí a cocinar y me llené de argumentos, hay muchas razones ambientales o éticas para dejar de comer carne, además no es solo eso, sino ser conscientes del daño que hacemos con la explotación de la naturaleza en general”.


¿Con quién te mantienes?

“Con mi hija Annie, que es casi como una hermanita, porque yo la tuve muy joven, pero me alegro de eso y de poder compartir muchas cosas con ella.

Además soy activista en la Revolución de la Cuchara. Desde el juego aprendemos de arte, comunicación, alimentación saludable, agroecología y consumo consciente. Queremos ser ciudadanos del mundo, porque la naturaleza no tiene fronteras, es el hombre quien se las inventa y se va a la guerra por ellas”.


¿Has tenido conflictos con otros por ser vegetariana?

“Yo fui vegana durante 3 años, cuando estaba estudiando en la U y tenía un grupo de amigos veganos. Cocinábamos y comíamos juntos, nos apoyábamos, pero luego empecé con la tesis, a buscar práctica y a trabajar. También conocí a Mauricio, que es mi pareja. Salía con él y con mi hija y no me podía comer ni un helado con ellos. Por eso y otras cosas pensé que no tenía que ser tan estricta, no quería que esto se me volviera una tortura, entonces mejor seguí como vegetariana”.


¿Aceptas a los demás tal y como son?

“Al principio uno quiere que todos sean vegetarianos. Siquiera cada vez hay más personas conscientes de que el hombre no es el centro de todo, que los animales también quieren ser libres y estar con sus familias. Pero tampoco es poner a los animales encima del hombre y odiar a la gente, porque así estaríamos reproduciendo el mismo modelo. Todo debe empezar por el amor, la no-violencia. Si llegamos a imponer y obligar a otros que dejen de comer carne, estaríamos en una contradicción.

El reto es ser consecuentes, es difícil porque los seres humanos siempre nos estamos moviendo en esa contradicción. Por ejemplo, yo tengo puestos unos tenis de cuero y me gustan mucho, pero no debería usarlos, porque para su producción hubo explotación de animales y otros seres humanos. Es que con el solo hecho de existir ya estamos afectando al planeta, pero la solución tampoco es dejar de existir. Es ser más conscientes y cada vez más consecuentes.”


Nuestra identidad es mutante y diversa

Decir ‘identidad mutante’ parece una contradicción, porque ‘identidad’ nos hace pensar en lo que es igual, uniforme, en lo que no cambia. Pero ‘mutante’ nos hace pensar en lo diverso, en lo que siempre está cambiando.

Como seres humanos, siempre estamos en la búsqueda de nosotros mismos, de las respuestas a ‘¿quién soy?’, ‘¿con quién quiero estar?’ ‘¿a qué le quiero dedicar mi vida? Por eso siempre estamos buscando, sobretodo en la juventud, identidades que nos gusten, modelos para seguir.

Pero en el fondo, no podemos ser todos iguales. No todos los vegetarianos son iguales, a algunos les gustarán las motos y a otros no. Las posibilidades son infinitas, por eso, date la oportunidad de conocer, de no espantarte por una ‘identidad mutante’, porque en el fondo, todos tenemos algo especial.

Dale una mirada al diccionario mutante de identidades y tendencias juveniles, abre una hoja al azar y lee. ¡Te retamos a conocer a alguien con esa ‘identidad mutante’!

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